DERECHOS HUMANOS, MUJER E INMIGRACIÓN
Hacia una educación intercultural en el aula

Capítulo 4 MUJER E INMIGRACIÓN

Capítulo 1:
Los Derechos Humanos


 

Dificultades

Las dificultades con las que se encuentran las mujeres inmigrantes son:

Inseguridad e indefensión jurídica
Las situaciones de ilegalidad y de inestabilidad laboral y de residencia provocan una sensación de tensión constante. En el caso de las mujeres, como ya hemos mencionado, la subordinación al estado civil en los casos de migración a través de la reagrupación familiar, la falta de asesoramiento jurídico, y el poco interés demostrado por las Administraciones por los temas relacionados con las dificultades específicas de las mujeres inmigrantes acrecientan el estrés que cada vez más, padecen éstas mujeres. A lo largo de los últimos años, se ha incrementado de manera considerable el índice de consultas por depresiones y otras patologías relacionadas por parte de las personas inmigrantes. Para las mujeres que emigran solas, existe, además, la posibilidad de embarazos no deseados que les colocará en situaciones de desamparo total, cuya única salida radica a veces en la dedicación a la prostitución como medio de subsistencia. Y ¿qué decir de la asistencia jurídica a las mujeres maltratadas, o al deber de custodia paterna en caso de separación?
Situaciones de discriminación múltiple
la discriminación de la mujer inmigrante se vive por varias razones: al rechazo que puede sufrir por racismo, se une otro de clasismo provocado por las condiciones sociales en las que se ven abocadas a vivir, por la desigualdad social. Es el caso del acceso a la vivienda, por ejemplo, como lo demuestran multitud de estudios realizados: en el caso de las personas en situación de irregularidad, la única opción es la de compartir vivienda con varias familias, lo que repercute directamente en su equilibrio psíquico.
Dificultades con el sistema educativo
si nos situamos en el caso de una mujer en situación de irregularidad, todo lo relativo al sistema educativo y sanitario se convierte en otro obstáculo. La garantía normativa que garantiza la escolaridad obligatoria, por ejemplo, no se hace extensiva a las actividades extraescolares, las competiciones deportivas o el acceso a becas. En cuanto al sistema sanitario, contempla la asistencia de urgencia, no la atención sanitaria continuada.
Falta de adaptación de las instituciones y de la población en general a las diferencias culturales de la población que emigra
Nuestras sociedades han dejado de ser monoculturales hace mucho tiempo. En la construcción de un espacio común diverso, cuya fuerza social, laboral y económica se nutren y benefician de la presencia de las personas inmigrantes, se vuelve imprescindible incorporar la perspectiva multicultural a todos los servicios públicos: atención sanitaria y ginecológica, organización de comedores escolares, formación de adultas, etc. La igualdad es imposible de conseguir si no se parte de la diversidad. En esta perspectiva multicultural, no se trata de elaborar programas de inserción para las personas inmigrantes sino de redibujar un espacio diverso en el que replantear la organización desde las necesidades de los miembros que la conforman. Tener en cuenta estas necesidades es fundamental para garantizar los derechos a la dignidad y al bienestar de todas y todos.

Tendencia asimilacionista de la sociedad
Una tendencia asimilacionista en la que se rechazan los valores que no se comprenden, que no conoce y a menudo que no valora, ejerce sobre las mujeres inmigrantes una doble presión: en su afán por adaptarse a las exigencias de la sociedad receptora, pierde paulatinamente sus propias pautas culturales y a veces incluso, reniega de sus lenguas de origen. Esto se hace patente en la educación de sus hijos. Algunos de ellos dejarán de hablar el idioma materno, por decisión deliberada de sus madres, preocupada por garantizarles mejores oportunidades de acomodación en la sociedad en la que se han educado. En personas procedentes de culturas más religiosas y con fuerte componente patriarcal, sin embargo, las situaciones de desigualdades vividas en los países de destino, hace que muchas mujeres se aíslen en sus propios grupos étnicos, buscando así la seguridad y la protección de lo semejante, y se alejan de la sociedad de acogida.

Estas circunstancias llevan a la progresiva guetización de las personas inmigrantes, y en particular de las mujeres, cuyas condiciones de precariedad y, en muchos casos de dependencia, les hace más frágiles e indefensas.

Para las segundas generaciones, este proceso es especialmente difícil ya que se encuentran en la frontera entre dos realidades culturales distintas. Aunque sobre este tema volveremos más adelante, sí es conveniente señalar que la política de rechazo y negación incrementa las situaciones de desamparo y de desigualdad.

La progresiva imposición de medidas legales, destinadas a favorecer los procesos de adaptación si son imprescindibles, no bastan para dar salida a situaciones que requieren políticas integradas y la aplicación de medidas interculturales que tengan como base el respeto a los derechos humanos universales.

Estas medidas deberán enfocarse desde una mirada que rescate aquellos aspectos valiosos de las culturas que están presentes en la sociedad.

La falta de políticas de acogida que faciliten información precisa sobre el funcionamiento de las instituciones
Lo que se ha acostumbrado a llamar el fenómeno de la inmigración, como si éste surgiera de pronto, y la falta de proyecto político de los gobiernos de los países de acogida pretenden presentar el hecho migratorio como un problema de difícil solución. El mensaje que se transmite a la población es el de la inseguridad que provoca lo desconocido y la dificultad de "integrar" a las personas inmigrantes, por las diferencias culturales existentes. El planteamiento ético, según nuestra opinión, no está reñido con el buen funcionamiento de las administraciones públicas que deberían facilitar información precisa sobre el funcionamiento de las instituciones y costumbres en el país de acogida.

A menudo, en efecto, estas instituciones no existen en los países de origen. Una planificación correcta, desde una perspectiva intercultural, junto con campañas de información precisas permitirían a muchas mujeres el acceso a ayudas sociales a las que no acuden, por desconocimiento. Las acciones sanitarias de tipo preventivo, por ejemplo, o la falta de información sobre asuntos legales limitan sus posibilidades de acomodación y dificultan el ejercicio de sus derechos al bienestar.

Dificultades por el desconocimiento de la lengua
Quizás merezca este apartado una reflexión más amplia. Como lo hemos visto anteriormente, las mujeres que emigran a España son de origen muy variado. Por proximidad lingüística más que cultural, las personas de Latinoamérica son las más numerosas, pero más del treinta por ciento de ellas proceden de Marruecos y las migraciones procedentes de otros países no hispanohablantes van en aumento. La lengua es vehículo y vínculo. La palabra es poder. En la doble discriminación de las mujeres inmigrantes, el desconocimiento de la lengua del país de destino es un obstáculo fundamental para su acomodación futura. Dentro de la falta de políticas de acogida, queremos destacar la nula consideración que se merece desde la Administración pública la enseñanza de la lengua a personas extranjeras. La alfabetización y la formación suelen estar en manos de colectivos no gubernamentales, de asociaciones o de centros de voluntariado cuya labor es de admirar. Pero en la formación de adultas inmigrantes, la enseñanza de la lengua por profesionales especializados brilla por su ausencia.

Por otra parte, como ya apuntamos anteriormente, los mecanismos a través de los cuales se desarrollan las acciones no siempre llegan a los colectivos de mujeres cuyo aislamiento, obligaciones o impedimentos culturales pueden ser un obstáculo grave para acudir a los centros de formación, cuya existencia muchas veces desconocen.

Si nos referimos a mujeres laboralmente activas tendremos, además, que considerar las extensas jornadas de trabajo que desempeñan, el cuidado de la familia y las condiciones de infravivienda que les obliga a compartir casa con otras muchas personas. Las dificultades que implica la convivencia, la falta de intimidad y de aislamiento dentro de la propia vivienda o el cansancio acumulado son otras tantas trabas para que acudan a los centros.