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Existen
grandes desequilibrios económicos,
demográficos, culturales y políticos
que subsisten en una parte y otra de las
grandes líneas del norte y el sur.
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Paralelamente
a los grandes conflictos que están
blindando las fronteras se produce la liberalización
de los intercambios y el desarrollo de redes
transnacionales.
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No
existe alternativa a la inmigración,
por lo que la inmigración clandestina
seguirá existiendo, reproduciéndose
situaciones de exclusión y discriminación
en los Derechos Humanos.
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A
diferencia de las migraciones que se produjeron
en el pasado, actualmente la persona
que emigra no suele tener un proyecto de
retorno y tiende a establecerse en el
país de destino de forma definitiva
y a solicitar la reagrupación familiar. |
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Junto
a las distintas medidas adoptadas por los
países receptores de inmigración
para frenar la entrada de personas en situación
de ilegalidad, se dan circunstancias que
permiten la persistencia de situaciones
de temporalidad, por exigencia del mercado
de trabajo. Estas situaciones terminan convirtiéndose
en casos de ilegalidad permanente que alimentan
la bolsa de economía sumergida sumergido
e irregular. Desde el punto de
vista de la demanda, a pesar de las restricciones
formales que se centran en la capacidad
de fijar barreras, los trabajadores
inmigrantes en condiciones ilegales serían
necesarios |
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para sectores determinados de la economía
de muchos paises comunitarios, entre ellos
España, Portugal, Grecia e Italia.
(Graciela Malgesini y Carlos Jiménez.
Guía de conceptos sobre migraciones
, racismo e interculturalidad. Catarata.
Madrid. 2.000)
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La
persona que emigra en la actualidad puede
pertenecer a los estratos altos y bajos
de la escala socioeconómica.
Tendemos a pensar que son las personas en
situaciones más precarias las que
emigran. Sin embargo los procesos migratorios
se dan con más frecuencia en las
regiones donde se ha elevado el nivel cultural
de forma que crecen las expectativas de
vida y disponen de más posibilidades
económicas para organizar el viaje.
Ya no son sólo los trabajadores y
trabajadoras sin cualificar quienes acuden
a los países industrializados, sino
también personas técnicamente
y profesionalmente preparadas. Esto supone
una gravísima pérdida de capital
humano para los países emisores a
la vez que las personas inmigrantes difícilmente
encuentran una posición laboral acorde
con sus conocimientos en el país
de acogida. |