El
Sistema Educativo debe formar a los
alumnos y alumnas en el aprendizaje
de conocimientos sobre las distintas
culturas, habilidades de comunicación
y actitudes positivas respecto a la
diversidad cultural.
La
presencia multicultural es una dinámica
que ayuda a establecer nuevas relaciones
de respeto y convivencia. La presencia
de minorías en la escuela abre
el campo de posibilidades para todos
los alumnos y alumnas (minorías
y sociedad mayoritaria) de incorporar
valores alternativos, sobre los que
articular el pensamiento y reflexionar
sobre las propias realidades.
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Debe
asumirse desde posiciones de igualdad, respeto
e intercambio. No se trata de adoptar actitudes
paternalistas, románticas o folclóricas
sino de responder a las necesidades de desarrollo
individual de los grupos en contacto, facilitando
el intercambio y el enriquecimiento mutuo.
Las
necesidades de una sociedad cambiante obliga
a prescindir de certezas y valores absolutos.
Esto implica un aprendizaje social que relativice
los logros de la propia cultura y se abra
a maneras distintas de enfocar la vida.
El
hecho de que coexistan alumnos y alumnas
de distinta procedencia en la escuela es
un valor en sí mismo y facilita a
todos y todas las herramientas que les permitirán
desarrollar su capacidad de análisis
racional, asimilación de conceptos
abstractos y habilidad para interpretar
códigos diversos.
Los
sistemas de roles abiertos y las situaciones
de coexistencia de escalas de valores diferentes
enseñan a los alumnos y alumnas a
enfrentarse con la ambigüedad, desde
una identidad elaborada a través
del diálogo y la comprensión,
a otras posiciones culturales.
Los
valores de la Educación Intercultural
no sólo interesan a las escuelas
con minorías étnicas. Es un
componente que destacar en cualquier centro
que quiera estimular intelectualmente a
sus alumnos y alumnas.