El
estoicismo (Siglo I a.c) marca una nueva corriente
de pensamiento que el cristianismo, en boca
de Pablo de Tarso, recoge desde la convicción
religiosa, afirmando que no hay ya judíos
ni griegos, ya que cada persona ha sido creada
por Dios con igual capacidad para el pecado
y para la gracia (Hernando Valencia Villa. Los
Derechos Humanos. Acento editorial, 1997).
Se introduce, de esta manera el concepto de
cosmopolitismo del hecho humano en la jurisprudencia
romana y el reconocimiento de su derecho como
tal, aunque esta afirmación, basada en
una creencia religiosa, excluye de facto a otras
creencias.
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La
única patria, extranjero, es el mundo
en el que vivimos;
un único caos produjo a todos los mortales.
Meleagro de Gadar
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