Desde
una perspectiva feminista de los Derechos Humanos,
existen numerosos casos de violación
de esos derechos, en los que predomina la relación
de poder del varón sobre la mujer como:
La violencia física, psíquica,
sexual y económica, dentro de las relaciones
familiares - autoridad del marido, del padre
o de los hermanos sobre las mujeres que, en
casos extremos, pueden terminar en homicidio,
en suicidio o en lo que se ha llegar a denominar
feminicidio.
La prostitución forzada y el tráfico
de mujeres
La desigualdad social en general, que se manifiesta
a través de relaciones de poder como
el acoso sexual o moral en el trabajo, los abusos
de autoridad, el desprestigio personal o profesional,
etc.
La violencia sexual como símbolo de poder,
que se manifiesta por las mutilaciones genitales
que sufren millones de mujeres, en nombre de
una tradición decididamente masculina
La utilización de la violación
sistemática de la mujer como muestra
de poder en los conflictos armados
La esterilización, el aborto forzado,
el infanticidio de niñas o la determinación
prenatal del sexo o al revés, la exigencia
de la capacidad de procreación de las
mujeres, como único fundamento de las
relaciones de pareja
La falta de rigor por parte de la Administración
de Justicia, que directa o indirectamente garantiza
la impunidad de los agresores y legitimiza la
opresión de la mujer
El condicionamiento de muchas mujeres a las
influencias culturales de la sociedad en la
que se desenvuelven limita su derecho al libre
desarrollo de su personalidad. La dependencia
económica, social, o afectiva las predispone
a actitudes de subordinación y discriminación
y limita el ejercicio de sus plenos derechos
como persona.
Como consecuencia, se espera de las mujeres
que supediten su libertad de pensamiento a la
voluntad del hombre. Su libertad de expresión,
de reunión o asociación y su nula
participación en las decisiones de ámbito
público perduran en numerosos países.
De la misma manera, al no poder ejercer sus
derechos como seres independientes, en algunos
casos no les es permitido viajar sin autorización
del marido. Recordemos que en España
durante la época franquista, la mujer
no podía ni viajar, ni abrir una cuenta
bancaria, ni efectuar ningún trámite
legal, sin la expresa autorización de
su esposo. En casos extremos, las mujeres no
pueden ni trabajar, ni estudiar, ni salir a
la calle sin autorización de su compañero
o sin estar acompañada por un varón
de su familia directa.
Debería
hablarse de los derechos "limitados"
de otras mujeres. El trato judicial reservado
a los delitos de maltrato, la poca consideración
otorgada a los casos de acoso moral o sexual,
llevan a muchas mujeres a manejar componentes
de culpabilización-victimización
que influyen definitivamente en su autoestima
y que lesionan su derecho a llevar una vida
digna.
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