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Los cambios sociales que se producen en
todas las sociedades por el acceso de la
mujer a la educación, los procesos
de urbanización, por las crecientes
globalización de las comunicaciones
y de la información, así como
el cambio de valores está empujando
a cada vez mayor número de mujeres
a inmigrar. |
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Los
motivos del proyecto migratorio femenino
ya no se basan exclusivamente en la complementariedad
de la emigración masculina: cada
vez un mayor número de mujeres inicia
por su cuenta el proyecto migratorio con
el fin de lograr una mayor independencia,
escapar de las normas a las que se ven sometidas
en algunos de sus países de origen,
como matrimonios convenidos, repudio, violencia
de género, o simplemente normas morales
y religiosas que la cohíben en su
proyecto de vida. |
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El
colectivo de mujeres inmigrantes es tan
heterogéneo como las sociedades de
las que forman parte. No puede existir una
mirada única, sino diversificada
y alejada de estereotipos.
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No
todas las mujeres son sujetos de prácticas
tradicionales. Cada historia de vida es
única y forma parte de un proyecto
individual de progreso personal.
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Los
espacios de participación laboral
admitidos para las mujeres inmigrantes
son extremadamente reducidos: servicio
doméstico, asistencia domiciliaria
a personas dependientes (niños/as,
enfermos/as, ancianos/as) y hostelería
son las ocupaciones que en Europa se reservan
para este colectivo.
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Uno
de los termas públicamente más
comentado es el aumento de redes de prostitución
que se están extendiendo por todo
el mundo. Lo más terrible de está
situación es que se convierta en
una vía de incorporación
a los países de acogida. La situación
de miles de mujeres condenadas a trabajar
como prostitutas por extorsiones, deudas
contraídas o como única
forma de supervivencia, es una realidad
que está siendo denunciada como
moderno fenómeno de esclavitud
y que se acrecienta día a día
sin que se estén tomando las medidas
oportunas.
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El
hecho migratorio femenino se ve alentado
por las nuevas relaciones de género
en los países de acogida. Las mujeres
europeas que trabajan fuera del hogar
se encuentran con una doble jornada laboral
difícil de sostener. El envejecimiento
de la población, el retroceso o
ausencia de políticas sociales
y la lenta toma de conciencia de la importancia
de la corresponsabilidad por parte de
los hombres son algunos de los factores
causantes de la fuerte demanda de trabajadoras
extranjeras. Como consecuencia, detrás
de una mujer que trabaja fuera del hogar
hay otra mujer que ocupa su lugar en las
tareas domésticas.
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