La
mujer que reside en otro país es
objeto de doble discriminación
por el hecho de ser mujer y ser inmigrante.
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Con
demasiada frecuencia constatamos que las mujeres
inmigrantes en Europa reproducen en los primeros
años de su estancia la forma de vida
que llevaban en sus países de origen.
Eso
es debido, en gran parte, a una escolarización
a veces insuficiente y otras veces nula, que
las hace depender de sus familiares varones
para todo lo relacionado con el espacio público:
carencias en la competencia lectora, desconocimiento
del idioma del país de acogida, aprensión
ante parámetros culturales que suponen
un replanteamiento de sus valores tradicionales,
sociedades europeas cuya rentabilidad pasa por
el individualismo frente a las sociedades de
origen más solidarias, etc.
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mujeres
en el espacio privado, trasladando de esta manera
al país de acogida los modelos de discriminación
que ya vivía en su país de origen.
La
situación de discriminación y
de dependencia del núcleo familiar masculino
y su incapacidad para relacionarse con el exterior
les hace caer en una doble invisibilización,
un especie de "tierra de nadie" de
sus derechos fundamentales.
Esta situación, relativamente nueva en
España, atañe particularmente
a las mujeres cuya lengua materna no es la del
país de origen. Por citar un ejemplo
europeo, en los primeros años de la inmigración
magrebí y turca en Bélgica, por
ejemplo, era habitual que las mujeres reprodujeran
su modo de vida, sin entrar en contacto con
la sociedad de acogida, para nada. Muchas mujeres
procedentes de zonas rurales, eran analfabetas
en su propia lengua y a veces incluso apenas
hablaban un dialecto de su región. En
estas condiciones, les era imposible comunicarse
no sólo con sus vecinas europeas sino
que también entre personas de origen
similar, la relación era improbable.
Dependían por lo tanto de sus compañeros
para todo lo relacionado con la vida cotidiana
y los asuntos legales.
Afortunadamente,
gracias a campañas de sensibilización
y al propio incremento de personas inmigrantes,
la organización de centros de formación,
de alfabetización y de enseñanza
de la lengua del país de acogida han
favorecido la participación de las mujeres
inmigrantes que han promovido redes de apoyo
en los barrios, en los movimientos asociativos,
en las escuelas de adultos etc.
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