Preparar a todos los alumnos y alumnas para
construir y asegurar la identidad personal
en medios socioculturales que ya no son
uniformes, desde la comprensión,
la adaptación y la participación,
tanto en el contexto de las culturas minoritarias
como en el de la cultura mayoritaria.
Proporcionar a los alumnos y alumnas espacios
de reflexión y análisis que
permitan, desde la libre elección,
adoptar aquellos valores y creencias culturales
que se consideren más apropiados
para la construcción de la identidad.
Esta posición incluye la posibilidad
de cultivar y defender la cultura propia
como garantía de identificación
personal para el sujeto y de pervivencia
cultural para el grupo, a la vez que se
facilita la construcción de la personalidad
desde el encuentro intercultural.
En
el caso de los alumnos y alumnas de origen
inmigrante esta opción es de vital
importancia.
Hay
que tener en cuenta que el desarrollo
de la identidad cultural implica el autoconcepto
o autoimagen, como una estructura central
del desarrollo humano que se va formando
a través de la interacción
del sujeto con su entorno, definiendo la
manera en que se ve a sí mismo y
le perciben los demás. Lo que parece
evidente es que las políticas y programas
de asimilación de minorías
tienen una repercusión negativa sobre
la autoimagen de los grupos minoritarios,
ya que su identidad cultural queda menospreciada,
rechazada, u olvidada. Sales, Auxiliadora.García
Rafaela. Programas de Educación Intercultural.
Desclée De Brouwer.Bilbao. (1997:
23; 26).
Si
a los objetivos de la Educación Intercultural
sumamos los planteados desde la coeducación
en la escuela, tendremos el resultado de
dos miradas que hacen referencia al reconocimiento
de la diversidad.

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La
presencia de las minorías culturales
en el aula cuestiona tanto la uniformidad
de los contenidos oficiales como de
la metodología tradicional.
Es necesario replantear la transmisión
del conocimiento para que ésta
se convierta en una reconstrucción
activa del conocimiento.
Una educación que parta de
la situación y experiencia
previa de los alumnos y alumnas.
Una educación abierta a las
diferencias culturales pero también
a la búsqueda de una nueva
forma de diálogo basado en
la ciudadanía y en los Derechos
Humanos.
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Que
intervenga desde la complejidad del ser humano,
abordando la formación desde su carácter
cognitivo, afectivo y social es decir, incorporando
la perspectiva integral de la educación.
Y por último, una formación
que potencie la educación en valores
en todas las áreas del curriculum,
a través de metodologías activas
y cooperativas.
La
Educación Intercultural no es posible
si no da el protagonismo al alumno y la
alumna. Adaptar la institución a
cada una de las personas que participan
en ella requiere visualizar de forma diferenciada
la realidad de chicos y chicas, para poder
actuar consecuentemente con los principios
que defendemos.