Hablar
de derechos humanos en educación, es
hablar de ética. Ética colectiva
y personal. Es actuar desde el compromiso y
la convicción de que la dignidad de las
personas está por encima de cualquier
otro valor.
La
ética es justamente ese punto de no retorno
en el que se reconoce a las personas.
Hablamos
de ética profesional, de opción
religiosa, de educación en valores, intentando
definir el concepto -rodeándolo- a través
de sus adjetivos, pero lo que nosotras defendemos
es una ética universal: una percepción
de la dignidad de las mujeres y de los hombres
que no admite, ni tolera, adjetivización.
Creemos
que este proyecto debe partir de la educación.
Y trabajarse desde la participación,
lo que significa ir más allá de
los planteamientos estéticos de la igualdad
teórica. Abrir un nuevo espacio de debate,
concebir una manera distinta de habitarse y
habitar el mundo, aprender a mirar las realidades
con ojos mestizos y ponerse en el lugar de la
otra persona para construir un mundo más
igualitario, más justo y más feliz
no es una utopía, o sí.
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